El Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano de la historia, falleció este lunes a los 88 años de edad, menos de 24 horas después de su última aparición pública durante el Domingo de Resurrección. En su mensaje final, leído por un clérigo desde el balcón de la Basílica de San Pedro, exhortó a la humanidad a renovar la esperanza y a confiar incluso en quienes son diferentes, destacando su llamado a la paz, la inclusión y la ayuda a los más necesitados.
Jorge Mario Bergoglio, nacido en Argentina y de formación jesuita, fue elegido Papa en 2013 tras la renuncia de Benedicto XVI. Su papado se caracterizó por una visión pastoral progresista, marcada por su lucha contra la pobreza, la promoción de una Iglesia más cercana a los marginados y su apertura hacia temas como la diversidad sexual y el rol de la mujer dentro de la Iglesia.
Durante su último acto público, fue visto en silla de ruedas saludando a los fieles desde el papamóvil en la Plaza de San Pedro, donde más de 50 mil personas se congregaron. Entre vítores y emoción, sus últimas palabras fueron: “Queridos hermanos y hermanas, ¡Felices Pascuas!”. Su fallecimiento ocurrió poco después de culminar la Semana Santa, el evento más relevante del calendario católico.
El funeral se llevará a cabo en tres días con una ceremonia sencilla, como él mismo dispuso: ataúd de madera, sin catafalco, y sepultura fuera del Vaticano, en la Basílica de Santa María la Mayor. Fieles de todo el mundo han comenzado a llegar a Roma para rendirle homenaje, con muestras de profundo dolor y gratitud por su legado espiritual y humano.
Líderes mundiales como Javier Milei, Emmanuel Macron, Pedro Sánchez y el rey Carlos III expresaron sus condolencias, destacando la humildad, compromiso y compasión del Papa. Su muerte deja un profundo vacío, pero también un legado de fe, amor y lucha por una Iglesia más inclusiva y solidaria.