Por el Mtro. ALFREDO ARNOLD, Académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG) y analista deportivo
Desde la primera Copa Mundial de futbol en Uruguay 1930 y después de realizadas 21 ediciones, nunca un Mundial se había llevado a cabo en un país árabe, a pesar de que la población musulmana en el mundo es una de las más numerosas al sumar casi 500 millones de personas.
La FIFA hizo aproximaciones importantes en 1992 con la Copa Rey Fahd en Arabia Saudita, que se jugó hasta 1995 y se transformó posteriormente en un torneo oficial, la Copa Confederaciones, que por cierto ya fue cancelada y en su lugar tendremos un Mundial de Clubes ampliado.
Qatar no es el país más rico ni el más poblado del mundo árabe, pero responde al propósito de la FIFA de posicionar el futbol en todo el mundo, literalmente en todo el mundo. Las sedes mundialistas ya no se eligen únicamente en países de Europa y América, ya tocaron el continente africano (Sudáfrica) y el asiático (Japón/Corea y Rusia), y ahora llegan al mundo árabe. Seguramente, una de las próximas sedes será Australia, aunque por lo pronto no parece haber mucho interés en ese continente por tener un Mundial de futbol.
La boyante economía de Qatar ha hecho posible la realización del Mundial, difícilmente lo hubiera logrado un país occidental después de dos años de pandemia.
A pesar de las críticas que brotaron por montones desde que se anunció que no habría venta de cerveza en los estadios de Qatar, la experiencia mundialista debe resultar muy interesante al llevar la parafernalia occidental a una cultura altamente conservadora. Hay que ver cómo influye la invasión de aficionados en la vida de los qataríes, que por cierto no son muchos; la población total no llega a tres millones y la mayoría son extranjeros que trabajan en empresas de ese país.
Futbolísticamente no habrá cambios significativos, Qatar no está para grandes hazañas en lo deportivo, su selección probablemente no avanzará a la segunda ronda, pero la presencia de miles de extranjeros dispuestos a divertirse sí podría influir en el comportamiento futro de los qataríes, aunque se sabe que muchos residentes decidieron irse del país mientras pasa el Mundial (esto me recuerda a Mazatlán, donde muchas familias se van de la ciudad mientras trascurre el Carnaval).
La cultura occidental llega con toda su fuerza al mundo árabe, ya veremos cómo éste la rechaza, la resiste o la asimila.
Por lo pronto, el balón ya comenzó a rodar.