El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este lunes la imposición de un arancel del 25% a todas las importaciones de acero y aluminio, sin excepciones ni exenciones. Esta medida, que se aplica a una amplia gama de productos, busca fortalecer la industria nacional y reducir la competencia extranjera en sectores clave. Aunque el país recibe la mayor parte de su acero de Canadá, Brasil y México, los aranceles están principalmente dirigidos a China, el mayor productor de acero del mundo.
A pesar de que las importaciones directas de acero de China a Estados Unidos son limitadas, las autoridades estadounidenses han identificado un flujo indirecto de acero chino a través de otros países. Esto ocurre cuando naciones extranjeras compran acero chino y lo revenden a EE. UU. después de someterlo a un procesamiento mínimo. El gobierno de Trump ha argumentado que las lagunas en el sistema de comercio global permiten que esta práctica eluda los aranceles previos, lo que perjudica la industria estadounidense.
El nuevo paquete de aranceles no solo mantiene el 25% de tasa sobre el acero, sino que también está diseñado para eliminar exenciones que permitían que algunos importadores manipularan el sistema. Según un funcionario de la administración, los nuevos aranceles apuntan a bloquear los métodos utilizados por algunos países que importan acero semiacabado, lo transforman ligeramente en productos más elaborados y luego lo envían a EE. UU., eludiendo las tarifas impuestas previamente.
A pesar de la rigidez de esta política, Trump ha comenzado a flexibilizar algunas de las medidas comerciales implementadas, suspendiendo los aranceles sobre productos con un valor inferior a los 800 dólares hasta que se establezca un sistema de seguimiento. Además, se ha pospuesto la aplicación de aranceles del 25% sobre las importaciones de México y Canadá hasta al menos el 1 de marzo, en un aparente esfuerzo por suavizar las tensiones comerciales en América del Norte.