En el año 2020, un dato sorprendente sacudió nuestra percepción del impacto humano en el planeta: la masa antropogénica — todos los materiales producidos por actividades humanas, como desechos y residuos industriales — superó, por primera vez, el peso total de la biomasa (todos los seres vivos). Este hito, publicado en el artículo “Global human-made mass exceeds all living biomass” de la revista Nature, destaca cómo nuestras acciones han comenzado a predominar sobre la naturaleza.
En términos más tangibles, cada semana, una persona produce en promedio una cantidad de residuos equivalente o superior al peso de su propio cuerpo, marcando una era de predominio humano sobre el entorno natural. Este dominio, referido como Antropoceno, contrasta con el Holoceno, la era anterior donde la humanidad aún se veía como parte integrante y dependiente de las fuerzas naturales del planeta, una relación más armónica y menos invasiva.
Actualmente, de acuerdo con la obra, “Tourism and the Anthropocene”, editada por Martin Gren y Edward H. Huijbens, los niveles actuales de CO2 en la atmósfera de la Tierra, que motivan el cambio climático y son absorbidos por los océanos, formarán parte de la composición de la tierra no solo por cientos de años, sino por eras geológicas enteras.
En esta misma investigación se explica que, aunque las causas del cambio climático global, sus efectos y resultados, no estén ni cerca de entenderse, no se puede negar la influencia que ha tenido el ser humano y todas las actividades que lleva a cabo. Este reconocimiento del papel humano subraya la necesidad urgente de actuar y explorar más a fondo, apelando a la curiosidad y la creatividad colectiva, en la búsqueda de soluciones.
La pandemia por COVID-19 logró una reducción del 7% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, de acuerdo con información de ONU Turismo. Esto, según su artículo “Transformar el turismo para la acción por el clima”, deja clara la magnitud del esfuerzo que debe continuar realizándose.
En este sentido, ONU Turismo, invita a reforzar la medición y la comunicación de los datos de las emisiones de CO2 del turismo, a acelerar la descarbonización de las operaciones turísticas y comprometer al sector en la eliminación de carbono.
El sector turístico juega un papel fundamental -se prevé que las emisiones de CO2 correspondientes al turismo aumentarán, al menos, un 25% para el año 2030-. Los turistas y los destinos turísticos deben comprender el papel que están desempeñando como mercado, como consumidores y deben considerar su propio comportamiento.
Además, para fomentar el desarrollo sostenible del turismo, es crucial utilizar de manera óptima los recursos medioambientales, mantener los procesos ecológicos esenciales y conservar los recursos naturales. Es igualmente vital respetar la autenticidad sociocultural de las comunidades anfitrionas, conservar sus activos culturales y arquitectónicos y contribuir a su entendimiento. Asegurar actividades económicas viables a largo plazo que reporten beneficios económicos bien distribuidos y oportunidades de empleo estable es fundamental para la reducción de la pobreza y el enriquecimiento de la experiencia turística.
Construir una cultura sustentable en un destino turístico no es tarea fácil, sin embargo, no es imposible. En Los Cabos se demuestra un compromiso continuo con la mitigación de los impactos ambientales derivados de sus actividades turísticas y humanas. La comunidad y los actores del sector están tomando cada vez más consciencia de estos impactos y trabajan activamente para contrarrestarlos. Este compromiso se refleja en la adhesión a los más altos estándares ambientales, sanitarios y de seguridad, cumpliendo con protocolos tanto nacionales como internacionales.
En este contexto, diversos atractivos y prestadores de servicios turísticos tienen certificaciones como Blue Flag -sobre protección de costas y ecosistemas locales- y Green Globe -que evalúa el desempeño en sostenibilidad de las empresas de viajes y turismo-. Asimismo, se ejecutan acciones que promueven el cultivo y la cría responsable para que las experiencias gastronómicas también contribuyan con la sostenibilidad. De manera paralela se motiva a que los turistas realicen recorridos en granjas y huertos para que conozcan el origen de sus alimentos y sean aún más sensibles de su entorno.
La capacitación de los prestadores de servicios sobre conservación del medio ambiente y las especies es fundamental. Es importante conocer las especias con las que cohabitamos para saber cómo cuidarlas. Así que se ejecutan estrategias para gestionar mejor los residuos, cuidar las playas y mantener un equilibrio. Ya desde el 2019 en el estado de Baja California Sur se restringió el uso de plásticos de un solo uso, como bolsas, popotes y contenedores de poliuretano. Además, no se permite la construcción invasiva -los edificios no pueden rebasar 6 pisos de altura-, ni está permitida la publicidad exterior.
La Red Tortuguera de Los Cabos también opera en el destino, reconocida como el mejor proyecto sustentable de Latinoamérica y validada por la ONU y la PNUD; siendo un claro ejemplo de los esfuerzos de conservación en acción. Este programa ofrece formación continua a los prestadores de servicios turísticos para garantizar la protección de las diversas especies de tortugas.
Hoy es evidente que la humanidad ha emergido como la principal fuerza transformadora en la faz de la Tierra, y todo lo que hemos creado, ahora pesa más que todos los seres vivos. En este contexto, Los Cabos asume un papel proactivo y busca posicionarse a la vanguardia como destino turístico, actuando como punta de lanza para sensibilizar a las personas sobre la importancia de preservar todo aquello que hace posible nuestra propia existencia.
Comprometidos con el bienestar colectivo, y profundamente involucrados en la evolución hacia la sustentabilidad, Los Cabos no solo se esfuerza por preservar su entorno único, sino que también inspira a otros a adoptar medidas sostenibles que beneficien al planeta entero.